YA ERA TARDE PARA CAMBIAR DE IDEA. SEGUIMOS ADELANTE

Después de aterrizar en Bakú a las 5:20 horas, ya amaneciendo sobre el horizonte de Azerbaiyán y después de esperar otros 30 minutos hasta el final del equipaje del pasaje y conseguir introducir el alijo de 3 kilos de cerdo leonés embutido que llevamos encima después de sobrevolarlos por encima de 3 países árabes, conseguimos que aceptasen nuestras visas. ¡Estamos en Azerbaiyán!

Nos recoge el transfer y nos traslada al puro centro de Bakú. Mierda, el backpakers no nos admite hasta las 12 horas. ¿Qué se puede hacer en Bakú a las 7:00 de la mañana? Sencillo: montar las máquinas, alforjas y material con el que viajaremos... En plena calle con 35 grados y un 95% de humedad y repito: eso a las 7:00 de la mañana. Esto va a ser duro.

Terminamos la labor y a los 5 minutos, las cajas que hemos dejado en los contenedores, han "volado".

Son las 9:00, las bicis montadas y suplicamos un sitio donde dormir al menos una hora. Debemos dar más pena que gloria y se apiadan de nosotros. Nos dejan entrar 3 horas antes de lo que tenemos contratado. Menos mal. Podremos descansar.

Dormimos hora y media y a las 11:30 empezamos a explotar Bakú. Increíble. Aquí hay tanto dinero como sólo el petróleo puede dejar. Una ciudad vieja absolutamente restaurada con la Torre Maiden por bandera. Subimos a 40° había las 14:00 horas. Una buena siesta a la sombra del parque más céntrico de la ciudad donde los oriundos no dejaban de extrañarse por nuestra presencia.

Despertamos y nos dirigimos hasta las Flame Towers de Bakú, a visitarlas, sólo y terminamos subiendo a la Suite Presidencial en el piso 28 "by the face", ya sabéis, cosas que sólo unos montaraces consiguen.

Y al final de la tarde, el mar Caspio. Nuestro punto de partida, a -92 metros bajo el nivel del mar. Desde donde llegaremos a subir a 3000 metros sobre el nivel del mar. Pero eso será otra historia.

Bakú, Azerbaiyán. 29 de julio de 2018. Fuerza y honor.